Voyage en Espagne (Charles Garnier)

«El domingo 3 de mayo de 1868, Charles y Louise Garnier se reunieron con sus amigos Gustave Boulanger y Ambroise Baudry en la estación du chemin de fer d’Orléans, en el quai d’Austerlitz de París. Estaban a punto de embarcarse en un viaje de un mes de duración por España, gracias a la nueva red del ferrocarril entre Francia y España» (Prólogo, F. Marías y V. Gerard-Powell).

Charles Garnier, el arquitecto de la Ópera de París, viajó a España en mayo de 1868. Durante el periplo llevó un cuaderno de notas, que escribió en verso y que, además, ilustró con dibujos de todo aquello que le llamaba la atención: monumentos, gentes, colores, costumbres y sus gustos y disgustos. Un documento original y divertidísimo, lleno de color y buen humor, fruto de lo que seguramente fue uno de los primeros viajes de «turismo».

La editorial Nerea es la autora de esta edición del cuaderno de viaje, y lo propone en un estuche de dos volúmenes:

  • Volumen I, con la edición en facsímil del cuaderno manuscrito de Garnier.
  • Volumen II, con varios artículos y la traducción:
    • Véronique Gerard-Powell, «Gustave Boulanger y Ambroise Baudry en España».
    • Fernando Marías, «De París a Cádiz: el viaje a España de Charles Garnier, Ambroise Baudry y Gustave Boulanger».
    • Juan Calatrava, «Charles Garnier, arquitecto».
    • Elena Gallo Krahe, «Viaje a España, por Charles Garnier, 1868» (la traducción del cuaderno original).

El libro se puede consultar en la página web de Nerea, aquí.

El diario arranca de sopetón con una estrofa que obliga a rimar tres veces seguidas la palabra «estación» y que anuncia el tono que tiene preparado Garnier en todo su cuaderno: ripios desenfadados, juerga y mucha cultura.

En arrivant à la Gare
J’aperçois le chef de Gare
J’arrive et sans crier : Gare !
J’lui dis : voilà mon écrit
C’est bien, m’répondit cet homme
Bien que vous n’alliez pas à Rome,
Montez là-d’dans vous s’rez comme
Si vous étiez dans votr’ lit. (TER)
Al llegar a la estación,
voy al jefe de estación,
y sin «¡Ah de la estación
que valga, espeto: «El boleto».
«Muy bien —responde sin broma—.
Aunque no vaya hasta Roma,
suba, lea, duerma y coma.
Disfrute un confort completo». (TER)

LA MÉTRICA. El relato general de Garnier está escrito en verso, pero con una métrica fait maison poco ortodoxa: intercala versos apocopados o muy alargados y contabiliza las sílabas sin demasiado concierto. Son octosílabos en su mayoría, y de vez en cuando encontramos versos quebrados, estrofas de eneasílabos y versos sueltos de 11, 13 y hasta 18 sílabas. Pero, sin llegar a la anarquía métrica, la métrica es muy relajada, y muchas veces hay que encajarla leyendo en voz alta. Según el rigor con el que se lea, un verso del cuaderno puede tener 8, 9 o 10 sílabas, por ejemplo, pero en una lectura más informal puede encajar en 8. El francés es un idioma muy elástico y puede hacer estos ajustes, mucho más restringidos en la fonética castellana. Para la traducción, pensé que no merecía la pena respetar al pie de la letra las irregularidades en cada verso, porque no eran algo buscado, pero sí plantearse una métrica, pues la hay, y mantener las figuras intencionadas de Garnier. La decisión final fue esta:

– Ser un poco más regular que Garnier en el recuento de las sílabas dentro de cada verso. En general se usaron octosílabos, con inserción de estrofas de eneasílabos, endecasílabos, etc., según lo fuera haciendo el propio Garnier.

– Respetar los versos más «extravagantes», los quebrados, las canciones y otros juegos, que tenían una intención clara.

Pero todo con abundantes licencias de hiatos y diptongos manipulados a conveniencia, que al final dejaron un poquito maltrecha la pretendida regularidad. Además, descubrí que llevar la cuenta de las sílabas en un documento tan largo no era un ejercicio tan fácil como parecía. Por más que tamborileaba cada sílaba una y otra vez con las yemas de los dedos, se me coló algún que otro verso traidor, como este eneasílabo:

8 Tras visitar la ciudad
8 vamos a ver los conventos
8 con muy civil voluntad.
8 Para nuestro esparcimiento,
9 ordena la reina Isabel*
8 que salga en ese momento
8 de algún solemne cuartel,
8 a caballo, un regimiento.

* Con lo fácil que era poner «manda la reina Isabel».

Ejemplo de versos quebrados o divididos: un endecasílabo dividido en tres:

Mais enfin je me hasarde
à fumer dans ma bouffarde
En ayant
Cependant
Auparavant
Demandé si je n’étais pas gênant
Ils m’ont répondu : pas du tout
Mais je crois malgré ça que je l’étais beaucoup.
Corazón hago de tripa:
me pongo a fumar en pipa,
no sin antes,
no obstante
(es importante),
preguntar si el humo era sofocante.
Y aunque me responden: «En absoluto»,
lo dicen con el labio diminuto.

LA RIMA. Para la rima merecía la pena ser fiel a cada estrofa de Garnier, en particular en las melodías populares, que llevaban la rima concreta de la canción en la que se basaban. Había que usar AABB, ABBA, ABAB, AAAABBCC, etc., procurando seguir el mismo orden de Garnier, aunque con alteraciones ocasionales. La rima es en general consonante, pero en la traducción hay libertades aquí y allá, como rimar plurales con singulares (picos/rico, entrañan/extraña) y aceptar algunas rimas asonantes aisladas que también empleaba Garnier.

1. Ejemplo de rima separada del original para mantener ristras de léxico. En esta estrofa tan larga no había más remedio que estructurar el vocabulario a discreción:

Les nippes, les manteaux déchiquetés
Les gueux par Jacques Callot dessinés
Nous en restons émerveillés.
Oh pays des Castilles
Si les mantilles
Les espadrilles
Les jeunes filles
Qui sous les grilles
Ou les charmilles
Aux joyeux drilles
Font peccadilles
Sont bien gentilles,
Que les guenilles,
Les souquenilles
Gueux à béquilles
Couteaux faucilles
Que les esquilles
Ou les coquilles
Les mascarilles
Et tout en illes

Que les truands
Les chenapans
Les mendiants
Les fainéants
Les mécréants
Les ambulants
Les dégoutants
Ou les croquants
Maletotiers
Grands estafiers
Brelandiers
Contrebandiers
Coupeurs de bourses
Gens sans ressources
Tous gens pouilleux
Crétins gâteaux
Fesses-mathieux
Grands besogneux
Tas de teigneux
Yeux chassieux
Aux nez morveux
Mentons baveux
Que ces goitreux
Que tous ces gueux
Valent bien mieux
Pour le plaisir des yeux
Ah ! vive la rogne
Qui gratte et qui rogne
Le nez de l’ivrogne
A la rouge trogne
Nippe de charogne
Petite Pologne
Faisant la besogne
Des peintres fameux
Oui, vive les gueux !
Todos esos desahuciados,
que Jacques Callot ha plasmado,
nos dejan encandilados.
¡Oh, país de las Castillas!
Si las rosadas mejillas
de las chiquillas,
con sus mantillas
y sus puntillas,
tras las mirillas
y cortinillas
son maravillas,
cuánto mejores
son los horrores
de estafadores,
los jugadores
malmetedores,
enredadores,
los pordioseros,
los limosneros,
los pendencieros,
los usureros,
los agoreros,
los embusteros,
los incluseros,
los lastimeros,
y los rateros,
todos en eros;
y los tunantes,
los mendigantes,
los deambulantes;
muletas, vendas
y sucias prendas,
llagas horrendas,
mocos, saliva,
bardeos, gibas,
hoces, navajas,
esquirlas, rajas;
y los truhanes,
los perillanes,
cortabolsas y rufianes
y pícaros y haraganes;
los asquerosos,
menesterosos
y los piojosos,
los legañosos,
o los tramposos,
y los leprosos
con los tiñosos;
qué placer más delicioso
da ver a tanto andrajoso.
¡Ajajá! Viva la roña,
que te pica y te emponzoña,
la nariz del que está moña,
los guiñapos de carroña,
la compostura gazmoña.
Plebe de los barrios bajos,
tú, que inspiras los trabajos
de los pintores famosos,
¡viva! ¡Vivan los roñosos!

2. Ejemplo de canción popular: Garnier utiliza con frecuencia aires populares, a los que cambia la letra. En la traducción procuré que también pudieran cantarse las estrofas en castellano. Por ejemplo, la melodía de Grenadier que tu m’affliges se puede escuchar en Youtube, aquí:

Boulanger que tu m’affliges
En m’apprenant ton départ
Dans mon œil un pleur se fige
Ah je ne suis pas veinard
Je comptais t’faire voir l’Auvergne
Au Puy te faire grimper
Fouchtra
Bugra
Fichtra
T’apprendras le charabia
Boulanger, cuánto me afliges
al anunciar tu partida.
Un mar de llantos me infliges,
¡tengo la suerte torcida!
Quería Auvernia enseñarte,
y a Le Puy acompañarte.
Demonioch,
diantrech,
demontrech,
la lección aprenderách.

CONTENIDOS CURIOSOS. Con un tono cómico y buen humor, Garnier nos describe vivencias de todo tipo en su viaje por España:
– Las impresiones positivas o negativas que le causan las visitas (monumentos, museos, pintores, arquitectos, etc.).
– La descripción de los alojamientos (hoteles, posadas) y los menús (comidas, horchatería, etc.).
– Las indisposiciones sufridas durante el viaje (diarreas, mareos, flemones) y sus remedios.
– La obsesión por viajar solos en el vagón y la cómica contrariedad que le supone al arquitecto la compañía no deseada.
– Infinidad de referencias culturales: nombres propios de personajes, ciudades, ríos, monumentos, canciones, etc.
– Los cuadros costumbristas que nos describe con ojo de pintor: colores, matices, retratos de mendigos, imágenes de los atuendos gitanos (alpargatas, mantos), bandas de música, una corrida de toros.
– La descripción de los paisajes vistos desde los diferentes medios de transporte utilizados: tren, diligencia, incluso barco.
– Los dibujos de plazas, monumentos, personajes, casi todos realizados por el propio Garnier, pero también otros del pintor Gustave Boulanger, que se distinguen por su mejor trazo.
– Su estilo propio: modismos, argot, calambures (Charles Quint/Arlequin), palabras que escribe en castellano (hidalgo, posada, venta, coche, tortilla, horchatería, etc.), léxico de arte, bromas, etc.

Algunos pasajes que ilustran todo esto.

La obsesión de viajar solos en el vagón:

J’avais de ma tirelire
Tiré cinq francs
Tout luisants
Afin qu’il nous laissât tout seuls avec soi même
Mais crac ! à la station d’Angoulême
Montent, et c’est fort embêtant,
Un monsieur et sa maman.
mi hucha y que sin reparos
cinco francos
nuevos, blancos,
saqué para disfrutar de una extrema
soledad. Pero, ¡zas!, en Angulema
se nos suben, qué descuadre,
un caballero y su madre.

El flemón de Gustave Boulanger:

Ce pauvre Boulanger vraiment
A joliment
Mal à sa dent
Il est tout enflé
Et tuméfié
Et sa fluxion
Prend une forte proportion
Pour tâcher
De le calmer
Louise fait macérer
Des figues dans du lait
Puis avec cela l’on fait
Un cataplasme bouillant
Que Boulo met sur sa dent
Il l’attache par un mouchoir
Et c’est fort gracieux à voir
Alors ce bon Boulanger
Pour remercier
Le bon chien chien
Tâche de sourire un brin
Mais ça ne lui va pas très bien
Car cette fluxion lui nuit
Il a l’air trop déconfit
Et ressemble sans contredit
A Jean qui pleure et Jean qui rit.
El pobre Boulanger siente,
ciertamente,
mucho dolor en el diente.
Está, a la vista y al tacto,
tumefacto,
y ya adquiere su flemón
una buena proporción.
Para aliviar
el malestar,
pone Louise a macerar
higos metidos en leche,
para que Boulo aproveche
el cataplasma caliente
y lo aplique bajo el diente.
Se lo ata con un pañuelo,
que le brinda algún consuelo.
Luego el pobre Boulanger
procurando agradecer
los cuidados que prodiga
la buena Chien-chien, su amiga,
le sonríe con fatiga
porque su flemón le asedia.
Mientras el mal se remedia,
su sonrisa es intermedia
entre comedia y tragedia.

Estilo de Garnier, referencias culturales, argot y otros elementos idiomáticos. En algunos pasajes era importante que la traducción recogiera fielmente el léxico exacto de Garnier, sobre todo cuando el arquitecto cita nombres propios (pintores, políticos, ciudades y otros), palabras en castellano, palabrotas, títulos de obras, etc. Esos Había que considerar esos elementos como irrenunciables, lo que muchas veces obligaba a construir los versos en torno a palabras que no siempre eran fáciles de encajar, y a retorcer la rima un poco más de lo habitual. Un ejemplo:

Nous avions pour voisin
Un jeune hidalgo mais cré nom d’un chien
Il éreinte pas mal la France
Faut croire qu’il lui doit de la reconnaissance
Il tape sur Napoléon
Qui dit-il ne fait rien de bon
Puis sur Saint-Just et Robespierre
A tous il jette la pierre
Puis il vante Victor Hugo
Le seul français dit ce jeune hidalgo
Dont on peut parler sans rougir
Quant à tout le reste
Ça ne vaut pas un zeste
Et la France bientôt devra se démolir.
Recevoir cette croquignole
Quelle humiliation
Mais pourtant ce qui me console
C’est que le petit vin est bon.
Teníamos por vecino
a un joven hidalgo muy poco fino

que a Francia, Dios lo confunda,
le tiene una manía furibunda.
Primero Napoleón,
según él, es un bribón,
y a Saint-Just y a Robespierre,
vitupera erre que erre.
Luego encomia a Victor Hugo,
único —dice el tarugo—
franchute que realmente vale algo.
A Francia le tiene tirria,
según él es una birria
y hay que destruirla, asegura este hidalgo.
Escuchamos esta perla
con bastante humillación,
pero logramos vencerla
con el vino bonachón.

Paisajes:

Car la route nous donne
Depuis quelques instants
Des points de vue intéressants
Au fond une grande montagne
D’un ton doux de vert de grisé
Un premier plan l’accompagne
Très caractérisé
Des rochers couverts de mousses
Sur ces rochers des genêts
Des terres de couleurs rousses
Et partout de beaux effets
Puis enfin dans la verdure
Prés d’un site original
La solide architecture
Du Palais de l’Escurial.
pues por fin la carretera
ofrece hace unos instantes
ángulos interesantes.
Al fondo, una gran montaña
de un suave tono oxidado,
y en primer plano acompaña
un paisaje destacado,
rocas de musgo abrigadas,
sobre las rocas, retamas,
y tierras anaranjadas,
miles de efectos y gamas.
Por último, en la verdura
del paraje original,
se impone la arquitectura
de un palacio: El Escorial.

LA TRAMPA DE LOS ANACRONISMOS. Con esta traducción descubrí la facilidad con la que se pueden cometer anacronismos al tratar textos de épocas pasadas. En la búsqueda de vocabulario y expresiones era importante no caer en esa trampa. Por ejemplo, había que comprobar que las palabras más coloquiales de argot, verbos, etc., pertenecían al español de la época («piscolabis», «montadito», «sueñecito», etc.) y, por supuesto, no se podían citar objetos que no existieran entonces, como una bombilla o un camión. Aun así, me permití utilizar recursos más modernos, que en algún caso podían resultar anacrónicos, pero que me parecían coloridos, siempre que no traicionaran el tono de Garnier, coloquial y culto al mismo tiempo; por ejemplo, términos como «esperpento» (cuyo origen, incierto, se considera algo posterior a 1868) o expresiones como «ser cañón».